La pandemia no ha logrado su principal propósito

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Cuando vivíamos los días más difíciles a causa de la pandemia que provocó el Covid-19, nuestro país, caracterizado por adquirir fuerza, valor y coraje de hasta donde no hay, encontró en la unión y la esperanza a sus principales factores para combatir al coronavirus.

Muchos ecuatorianos perdieron a sus familias, otros, producto de un manejo irresponsable de la emergencia, jamás volvieron a ver a sus seres queridos. A pesar de todo ese dolor y angustia, se dijo, con absoluta seguridad, que la pandemia nos volvería mejores personas. Que la vicisitud habrá de dotarnos de grandes lecciones, de humildad, de humanismo. Quedará en todos, juzgar si ha sido así.

Veamos. Si por un lado los despidos de miles de trabajadores en los sectores públicos y privado no lo eran todo, si la corrupción tampoco ha sido aún la peor cepa, si el desempleo no es el más desesperante escenario de incertidumbre colectiva, están la política y sus prácticas más audaces y aborrecibles.

Ha empezado la carrera que llevará al Ecuador al 7 de febrero, y en esa arena, ya se ve de todo. Infelicidad, mentiras, animadversión, servilismo, rencores, venganza (…) y otras cualidades de lo más humillantes y vejatorias.

No nos sorprendamos de cómo la política ha sido y será capaz de permitir que prolifere lo peor del hombre, a costa de cualquier interés mezquino, incluso. Así eso implique, por ahora, que los amigos se enemisten, soslayen a la verdad y cuando todo esto pase volver a buscarse para estrecharse la mano.

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