Por: Eduardo F. Naranjo C.
Desde que la civilización comenzó dejando atrás la barbarie, los considerados líderes por sus criterios y actitudes visionarias, decidieron crear normas que cumplan todos y así alcanzar la armonía social, es como nace la ley que en occidente se basa en el derecho imperial romano.
Aparecen necesariamente ejecutores de la ley llamados jueces, que en función de su conocimiento y correcto criterio administran justicia haciendo cumplir la ley, esto mantuvo equilibrio social en tanto las leyes eran adecuadas a las circunstancias; y así la historia muestra casos de justicia como de injusticia, demostrando que no hay norma perfecta tanto por el texto, cuanto por los operadores, lo muestra nuestra realidad reciente, una parte de magistrados son incapaces y corruptos, de ahí el dicho popular ¨más vale un buen arreglo que un juicio”.
La proliferación de abogados como de periodistas de todo tamaño y precio, nos han conducido a las más extrañas condiciones de justicia y amparo legal, asunto que en nuestro momento histórico nos tiene con la boca abierta. Qué dirán los alumnos a los maestros en las escuelas de derecho frente al panorama ecuatoriano actual, cuando al derecho se usa como servilleta o canasta de favores.
Igualmente en el derecho internacional vemos que se pasan sobre lo escrito como si nada y a conveniencia de unos pocos mangoneadores políticos de ambos lados, como lo están haciendo en el caso de Galápagos virtualmente entregando sin mayor condición el territorio soberano.
Esto ocurre aquí y en todas partes, en unas más, en otras menos y va en crescendo lo que nos hace intuir un futuro oscuro no solo para nosotros, sino para el planeta, ejemplos concretos son las guerras que, en definitiva, son la negación de todo derecho y no debemos extrañarnos de que en el corto plazo las cosas se tornen dictatoriales e implacables, no importa el modelo ideológico, cuando se quiere pasar sobre la ley y convertirse en un ente hegemónico y soberbio, pero los finales siempre son violentos.