INVIERNO
Desde principios de 2025, Ecuador ha sido golpeado por uno de los inviernos más devastadores de los últimos años. Las lluvias torrenciales han azotado al país, dejando un saldo de al menos nueve muertos y miles de afectados. La magnitud de las inundaciones, deslizamientos de tierra y el colapso de estructuras ha desbordado las capacidades de las autoridades, que luchan por mitigar los daños en más de 130 cantones.

Las cifras son alarmantes. Según la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos (SNGR), 138 cantones en 23 provincias del país han sido gravemente impactados. Zonas como Zamora Chinchipe, Imbabura, Tungurahua, Pichincha y Manabí, entre otras, han sido las más afectadas, con víctimas fatales y viviendas destruidas.
El caso más trágico se produjo en Portoviejo, donde una familia fue sepultada por una avalancha de lodo, cobrándose la vida de cuatro personas. Las lluvias no solo han dejado un importante rastro de destrucción material, sino también una huella profunda en la vida de miles de ecuatorianos.
En el último reporte del 17 de febrero de 2025, la SNGR informó que más de 5.600 personas han sido afectadas y 1.587 familias han sufrido daños en sus viviendas. Las cifras continúan en aumento, pues las lluvias siguen sin cesar. Además de las víctimas mortales, el desastre ha dejado heridos, animales muertos y cientos de viviendas en ruinas.
Las inundaciones y deslizamientos han afectado no solo viviendas, sino también la infraestructura educativa, con 32 escuelas reportando daños, y graves alteraciones en el suministro de agua potable, alimentos y otros servicios básicos. A esto se suman los animales muertos, cuyo impacto económico y social aún no se puede medir por completo.
El Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi) ha señalado que las lluvias en las últimas semanas superaron los récords históricos. En ciudades como Ambato y Loja, en un solo día, cayeron más de 30 litros de agua por metro cuadrado, lo que representa una cantidad de lluvia que normalmente caería en toda una semana o más. En Quito, la capital, las precipitaciones han sido mucho más intensas que en años anteriores, con un 50% más de lluvias de lo esperado en la primera mitad de febrero.
El fenómeno climático también ha afectado las zonas costeras, donde localidades como Quevedo y La Maná han registrado precipitaciones desmesuradas. En La Maná, por ejemplo, cayeron 98 litros por metro cuadrado, cuando solo se esperaban 20, lo que generó serios problemas de inundaciones y daños en la infraestructura vial y residencial.

Mientras las autoridades trabajan para contener los daños y brindar apoyo a los damnificados, el reto para el país no solo será reconstruir lo perdido, sino también adaptarse a un futuro incierto, donde los fenómenos climáticos extremos parecen volverse cada vez más recurrentes.
La respuesta del gobierno será crucial para la recuperación del país, pero la resiliencia de la población será, sin duda, la clave para superar esta emergencia.