Diana Acosta Jaramillo
(Expreso)
Bochornoso lo que escuchamos los ecuatorianos, tras la revelación de la charla amigable de “los compadritos”. ¡Qué lucha contra la corrupción! Esto es tongo, donde algunos sin pudor, ni buenas costumbres se disputan el poder político, con personajes de la calaña de “la amiga”, “el chiquito”, “el cuajinais”, y un poco de remoquetes más, dignos de rufianes merodeadores de la política ecuatoriana. Nuestra politiquería criolla es lo más parecido a un nido de víboras, donde uno y otro traman cómo zafarse de aquel que atenta contra sus intereses, que en muchos de los casos no buscan el bienestar nacional, sino su propio beneficio.
Todo esto es un atropello a la honra de los ecuatorianos, El Cartel de los Sapos se queda corto con las novísimas develaciones de la década perdida. La ex cabeza del primer poder del Estado entró en escena, el “hermano”, “el pana”, “el compadre” del destituido contralor prófugo de la justicia. Increíble, amarrando acuerdos por debajo de la mesa, para dejar impunes a quienes saquearon al Ecuador. Luego, las advertencias: cuidadito “si aparece por allí un kilo de coca”, es culpa del que sabemos…
Los ardides que estamos viendo y las denuncias internas de traiciones al status quo, de parte de gente que según ellos “no saben a quién responde”, nos revela la dinámica mafiosa con la que operaban ciertas autoridades del país, incluyendo manipulación de decisiones judiciales, en contubernio con la delincuencia organizada por los nuevos ricos.
Lo cierto es una cosa, este nuevo consejo Transitorio de Participación Ciudadana debe empezar por reestructurar la justicia, pues si no cambia eso, no cambia nada. Ahora solo nos resta esperar el final de esta novela Al-Caponesca, que anhelamos termine por derrumbar ese gran castillo de naipes, creado durante el desgobierno de la década perdida.
