Artículo de opinión II Rosalía Arteaga Serrano4
Llámense ‘Milennials’ o ‘Generación Z’, sabemos que los jóvenes, de diversas etapas etarias, están preocupados, sea por la decisión en cuanto a estudios universitarios, especializaciones y demás, o porque no saben qué hacer para conseguir un espacio en el mercado laboral, para encontrar un trabajo que les satisfaga, que aliente sus aspiraciones tanto en lo económico como en lo anímico y realización profesional.
Es muy frecuente ver a jóvenes profesionales, con mucho entusiasmo, en búsqueda de trabajos, haciendo aplicaciones, o de alguna manera conformándose con espacios muy por debajo de sus expectativas profesionales.
Vemos también a jóvenes que han asumido obligaciones familiares y económicas, sobreviviendo a duras penas frente a las demandas de la vida cotidiana, sin ver muy claro cuál será su futuro.
Pero también estamos conscientes de que hay una cierta inestabilidad emocional en ciertos jóvenes profesionales que les impele a abandonar trabajos en los que tienen estabilidad y salarios razonables, y que les hace cambiar muy frecuentemente de trabajo, de ocupación, inclusive de lugar de vivienda, en una especie de trashumancia creada.
La dependencia de los jóvenes hacia las generaciones precedentes también es evidente, lo que ocasiona que muchos de ellos vivan todavía hasta edades nada usuales en otras épocas, con sus padres, generando una mayor carga económica para los progenitores.
He descrito algunas realidades de lo que ocurre en la sociedad global, no solamente en la ecuatoriana, lo que amerita que se hagan investigaciones que apunten a solucionar lo que podría dar lugar a problemáticas aún más profundas. Quizás la respuesta la vayamos a encontrar siempre en la educación, en la necesidad de reforzar el tema de valores desde la casa y la escuela, en cimentar el respeto por los otros, la capacidad emprendedora, el esfuerzo continuado.