La fiesta de San Francisco luce con los personajes tradicionales el chivo, los bailarines y la carishina.
Uno de los entusiastas penipeño que hizo historia en las fiestas de San Francisco, es Aurelio Yuqui Carrasco; señala que nació en este lugar y cuando joven trabajó en la Costa, a su regreso en una de las fiestas le propusieron que se vista de chivo en las tradicionales entradas de chamiza.
Con un poco de recelo cumplió con la actividad y ya son 60 años de esta actividad, la careta es de madera color negro con vivos rojos, un tanto pesada, para evitar daños en la piel se protege con pañuelos.
Eloy Guamán integrante de las danzas tradicionales, le propuso que salga con ese disfraz. No usa otra ropa que la del diario, pero la principal iniciativa para asustar y molestar a los curiosos es llevar unas ramas de ortiga.
En el grupo de danza se incorporaba el chivito y era el que se ubicaba en el centro para el baile de las cintas, se sube sobre una silla y los danzantes le daban forma al cuerpo del personaje.
Manifiesta que en cada una de las entradas de chamiza lidera el baile y recorre ortigando a quienes se encuentran de curiosos, recuerda que con un poco de respeto pero para hacer reír a los presentes, son las autoridades a quienes ortiga, entre otros el sacerdote en esa época el padre Heriberto Balseca, al teniente Político, José Valle Haro, a los hermanos Avendaño y a quienes les conocía y sabía que no le iban a sancionar después.
A más de hacer reír, se ganaba unos sucres, para esa temporada era bastante, el jornal era de 3 a 5 sucres al día, en la fiesta alcanzaba a recibir hasta 60 sucres.
La molestia con la ortiga era también a quienes tenían sus negocios, las tortillas, las fritadas, se cogía un poco, pero para que no le reconozcan no comía, pues no podía sacarse la careta.
Hoy tiene 80 años y en su familia no siguieron esa tradición sus hijos, pero sí algunos coterráneos, especialmente integrantes de la familia Manobanda, Manuel Barreto y otros, a quienes les facilitaba la careta. (09)
