Sebastián de Benalcázar, fundó la ciudad de San Francisco de Quito junto a las faldas del volcán Pichincha, el 6 de diciembre de 1534. Con este motivo, Quito, capital de los ecuatorianos, viene celebrando sus 484 años de “nacimiento” por todo lo alto, pero ahora con la herencia correísta de la eliminación de la Feria de Jesús del Gran Poder, temporada taurina de prestigio internacional.
Junto al hecho de arrebatarle a Quito la magia de la tauromaquia, le arrebataron también miles de puestos de trabajos temporales relacionados directamente con la Feria: turismo, gastronomía, artesanías y otras actividades conexas. Dejaron de ingresar a la Capital y sus alrededores millones de dólares provenientes de la dinamia que generaba el entusiasmo, la chispa, la gracia de la fiesta taurina. Todo el marco variopinto de 221 eventos, mezcla de tradición y modernidad que ha llevado adelante la Municipalidad en este año, están lejos de equiparar con éxito la parafernalia del espectáculo taurino que los quiteños y los “chagras” añoran, entre la nostalgia y la indignación contenidas.
Mientras tanto, las plazas y los parques decorados con banderas, las campanas ornamentales y las “chivas quiteñas”, las guirnaldas y serpentinas, los canelazos y los platos tradicionales, los desfiles y ”quitonías”, los festivales y serenatas, los fandangos y el cuarenta, los coches de madera, el arte y la cultura seguirán abriéndose espacios en medio de toda una riqueza natural, geográfica, arquitectónica, cultural y estética que se respira en el entorno de una ciudad milenaria, referente unitario de la nación ecuatoriana, con un destino superior en el ámbito nacional y continental, con hitos que le signan como Luz de América.
¡Viva Quito, Luz de América, Patrimonio Cultural de la Humanidad!, es el grito al unísono, el grito profundo y patriótico de los quiteños y los chagras, que son los más, en estos 484 años de fundación española.