Se van, y no a hacer turismo

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Las imágenes desgarradoras, vergonzosas e infaustas de los últimos días, luego de los escándalos en la Asamblea Nacional y de la gente amontonada en las oficinas de Registro Civil de todo el país, tienen que ver con el movimiento migratorio acelerado de ecuatorianos.

Familias enteras, entre el llanto y le desesperanza, despiden en los aeropuertos a sus seres queridos que abandonan el país, pero no por turismo, sino para iniciar una travesía a lo desconocido. Una ruta en la que, a cada paso, luego de llegar a México, se sortea hasta la vida para llegar a Estados Unidos de forma clandestina. Eso que hace muchos años, en los episodios más duros de nuestra historia ocasionados por una crisis económica oprimida por el feriado bancario, llamamos el ‘sueño americano’. 

El campo está dejando de producir y las familias ven en un vuelo a México la oportunidad para salir de deudas heredadas por el golpe socioeconómico que generó la pandemia por el Covid-19. Los despidos, la gente que lleva varios meses sin empleo, optan por dejar a sus familias y reprisar los momentos más peliagudos vividos ante de la década del 2000. 

El gobierno del presidente Andrés López Obrador ha hecho lo suyo, como una medida radical, que es extremar los requisitos para los ecuatorianos que intentan llegar a suelo azteca. Quienes continuarán sufriendo acá son las familias más impactadas por una crisis que se agudiza y que exigen a gritos al gobierno una salida, así sea temporal.

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