Hace tres días comentamos que en Guayaquil había cinco muertos diarios a causa del COVID–19. Ayer el número de muertos diarios, por esta causa, llegó a 8 y en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) había 111 pacientes. En la ciudad hay una incidencia de 562 contagios diarios. Esto llevó al Comité de Operaciones de Emergencia (COE) cantonal a declarar alerta epidemiológica 3, lo que significa situación crítica y supone más restricciones para evitar la transmisibilidad del virus.
Las medidas se relacionan con el aforo permitido en mercados, supermercados y centros comerciales, que será del 50 %, y en otro tipo de establecimientos, del 30 %; la prohibición de espectáculos públicos masivos, incluyendo playas y malecones, y la venta y consumo de licores en sitios públicos.
Desde el cantón se exhorta al COE nacional para que considerando la realidad epidemiológica similar en otros cantones y provincias, se limite el acceso a playas y balnearios hasta el 21 de enero del año en curso y que se evalúe la posibilidad de un estado de excepción que permita limitar la movilidad y la velocidad del contagio de la cepa ómicron del COVID–19.
También se le solicita al ministro del Trabajo que no exija la presentación del resultado de la prueba, en caso de que no presenten síntomas, con el fin de reservar ese recurso para los sospechosos de contagio y establecer un protocolo para la reincorporación segura de los trabajadores que se enfermaron y se han recuperado y que se les acepten también los certificados de laboratorios privados, sin ser validados por el IESS.
Es notoria la falta de normas para el uso del transporte público, que es un lugar donde el contagio es posible. Pero lo más importante es insistir en una campaña masiva sobre los comportamientos individuales, que son sencillos pero irremplazables para el fin que buscamos: lavarse las manos, guardar las distancias y usar la mascarilla. Así conseguiremos recuperar la economía y todas las expresiones de la convivencia armónica.
