SOCIALDEMOCRACIA O DE COMO SALVAR –DOMAR- AL CAPITALISMO

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Enrique Crespo Peñaherrera

Francis Fukuyama, en su reconocida obra “El Fin de la Historia”, declaraba que tras la caída del muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética, la historia había concluido, al fin el capitalismo se había impuesto sobre su más acérrimo –y único- enemigo, el comunismo y ahora el globalismo se encargaría del resto. Más allá de estar o no de acuerdo con este postulado, hay una realidad de la que la humanidad no ha podido rehuir después de la caída del sistema comunista: el capitalismo. Con todos sus males, es el sistema económico que domina el orden mundial y por fuera del cual, resulta impensable plantear alternativas –feasibles- para salir de él. Incluso aquellos lugares en el mundo como Cuba o experimentos pseudo socialistas como Venezuela, dependen de los arreglos capitalistas del sistema internacional para funcionar, así pues, la triple entente entre globalismo, capitalismo e integración ha subyugado al mundo y a las sociedades que dentro de él operan.

Ahora bien, partiendo de esta premisa, está claro que el capitalismo tiene formas o variedades. Autores atrevidos y brillantes como Peter A. Hall and David Soskice, lograron clasificar al capitalismo en diferentes categorías en su obra maestra “Variedades del Capitalismo”. Una de las conclusiones más impactantes dentro de este libro, es como los sistemas políticos, juegan un rol preponderante al momento de determinar como el capitalismo funciona y cuáles son sus efectos en la sociedad y de manera última en los ciudadanos.

No es de sorprenderse, que las sociedades más avanzadas del mundo y aquellas en las que los ciudadanos son más felices, son aquellas en las que se ha logrado “domar” al capitalismo. Finlandia, Noruega, Suecia, Dinamarca, Alemania, son ejemplos vivos, de cómo los ideales socialdemocráticos, pueden ayudar a las sociedades a convivir de manera armónica domando así a un sistema que premia el individualismo, la voracidad y la competencia entre personas.

¿Por qué la socialdemocracia puede domar al capitalismo? Esto ameritaría una respuesta compleja, pero para simplificarlo, pues tiene que ver con la capacidad de esta corriente política, de poner primero los intereses del ser humano por sobre los del capital. Para lograr este particular, se promulga una “revolución” pero no una de sangre o violencia, sino una de institucionalidad, regulación y libertad, en la que el capitalismo sirva para generar bienestar mediante una redistribución y generación de oportunidades equitativa para todos/as. Más allá de esto, en un mundo cada vez más convulsionado y sobretodo en sociedades cuyo modelo de desarrollo neoliberal está causando cada vez mayores desigualdades, no solamente se trata de “domar” al capitalismo, sino de “salvarlo”. La redistribución económica y por ende la generación de oportunidades en el ámbito social: educación, salud, vivienda, emprendimiento, entre otros, son el pilar esencial sobre el que debemos construir sociedades más justas y equitativas, que nos salven de los extremos –ya sean de derecha o izquierda- y que nos guíen de verdad hacia una sociedad de bienestar.

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