Por: Edgar Frías Borja
Sin duda alguna que hay muchas anécdotas que nos pueden servir de ejemplo, como para entender que los seres humanos, damos lo que tenemos dentro de sí; es decir, nadie da lo que no tiene o posee. Lo que cada uno de nosotros tenemos en nuestro pensamiento o en el corazón, es lo que estamos en capacidad de ofrecer a los otros.
Vale la pena que, en esta reflexión traigamos a colación el siguiente relato. Vas caminando con tu taza de café y de repente alguien pasa, te empuja y hace que se te derrame el café por todas partes. De manera inmediate surge el cuestionamiento del ¿Por qué se te derramó el café? La respuesta lógica es, porque alguien me empujó.
Sin embargo, esa respuesta es equivocada; ya que, el café se derramó porque eso era lo tenías en la taza; ya que, si hubiera sido té, hubieras dicho que se te derramado el té. Pues, Lo que tengas en la taza es lo que se va a derramar.
Igual, pasa cuando la vida te sacude, Lo que sea que tengas dentro de ti, eso vas a derramar, de lo que vas lleno es lo que saldrá de ti y salpicará a todos. Puedes ir por la vida fingiendo que tu taza está llena de virtudes, pero cuando la vida te empuje, vas a derramar lo que en realidad tengas en tu interior.
Por lo tanto, eventualmente sale la verdad a la luz, así que habrá que preguntarse a uno mismo: ¿Qué es lo que hay en mi taza? Cuando la vida me empuje ¿Qué es lo que se me va a derramar? Amor, gozo, paz, humildad, paciencia, fe, templanza o amargura, maldiciones, malos pensamientos, miedos, etc. Trabaja para llenar tu taza con gratitud, generosidad, amor, cosas buenas. Porque de lo que está llena tu ser, eso saldrá cuando la vida te sacuda.
He traído a esta columna esta cavilación, para que nos demos cuenta los ecuatorianos, que no está nada bien, que evacuemos odio, resentimiento o venganza sobre nuestros propios hermanos o conciudadanos, solo porque no comparten con el pensamiento o criterios nuestros. El respeto o la consideración hacia los otros, es el principio con el cual deben girar nuestras acciones y no verter sentimientos negativos, peor aún vengativos.
Por algo se lo califica al ser humano como un ser racional; es decir, como un ente que razona, que reflexiona y que se diferencia de los animales irracionales. En consecuencia, su comportamiento debe responder a su nivel y categoría, sin que se permita volverse rastrero y repulsivo.
Aspiremos que la polarización de la política, por la cual estamos atravesando, no nos termine diezmando como sociedad; ya que, es evidente la división de los ecuatorianos, como consecuencia de las posiciones antagónicas de los grupos políticos contendientes.
Como soñar no cuesta nada, ecuatorianos, por favor, no permitamos por el bien del país y de nuestra propia existencia, que como conglomerado social, termine nuestro sentido patriótico de unidad y solidaridad, a sabiendas que se pueden superar los escenarios, en base al uso de la razón y el sentido común.