Por: Edgar Frías Borja
En una campaña política, todo tipo de estrategias son válidas, desde recurrir a hechos del pasado, como a evidenciar las circunstancias de la época. Pues no olvidemos que, hoy, más que nunca, los entornos sociales son extremadamente dinámicos. Las correlaciones de poder e influencia se modifican velozmente, impulsadas, en buena medida, por el aumento en los niveles de participación ciudadana, el constante choque de intereses públicos y privados en conflicto, y las increíbles posibilidades de información, comunicación y organización que aportan las nuevas tecnologías.
Recordemos que, Alfredo Dávalos López en su obra Metodologías y Estrategias para las Campañas Políticas manifiesta que, la constante interacción entre estos elementos modifica grandemente los escenarios político-electorales. Coloca en la palestra temas que parecían olvidados y, con la misma velocidad, eleva o hunde a líderes de opinión y figuras políticas. Como su nombre lo indica, una coyuntura política es un momento o estado de inflexión entre distintas tendencias. En otras palabras, es la bisagra o gozne en el que la atención, el interés, las iniciativas y las acciones se “flexionan” y toman un nuevo rumbo.
Por cierto, estos momentos son particularmente críticos, porque cuentan con la capacidad necesaria para redefinir las relaciones de poder en el concierto social. Pueden opacar por completo los temas que hasta una semana antes contaban con la mayor parte del interés público, y generar una súper carga de interés en torno a temas o situaciones emergentes. Aquí, la principal regla consiste en estar siempre atento a la fluctuación de las coyunturas políticas, con miras a protegerse anticipada y adecuadamente cuando sus resultados son adversos para nuestra causa y objetivos, o, por el contrario, para ser los primeros en montar sobre la “cresta de una ola” que puede llevarnos muy lejos en nuestras aspiraciones políticas.
La verdad cruda o realidad latente está en que, la gente vota por amor y por odio. Porque una propuesta le hace sentir esperanza, y las otras lo hunden en la desesperación. Porque el futuro prometido es feliz y pleno, o porque se advierten nubes de tormenta en el camino. Aquí, la principal regla consiste en estar siempre atento a la fluctuación de las coyunturas políticas, con miras a protegerse anticipada y adecuadamente cuando sus resultados son adversos para nuestra causa y objetivos.
Los investigadores deben estar en guardia en contra de la tendencia del electorado a repetir mecánicamente tanto las perspectivas, como las opiniones y propuestas que difunden los medios masivos de comunicación. Ya que, por lo general las personas replican o viralizan, sin un proceso de reflexión de por medio, todo aquello que aparece en las pantallas, nimbado por el aura de los líderes de opinión más prestigiados.
Como soñar no cuesta nada, esperemos que los ecuatorianos, realicemos un ejercicio de reflexión profunda, a fin de consignar el voto por una de las alternativas, basados en realidades concretas y no en cuestiones superfluas, sentimentales o de pasión extrema.