Por estos días del año pasado, con su estilo característico, cargado de truculencia, tremendismo y exageración, el expresidente Rafael Correa afirmó que “es un día de luto para la humanidad” la detención de Julián Assange, el huésped incómodo e insoportable de la Embajada ecuatoriana en Londres.
En su visión alucinada, ofuscada y entorpecida por las pasiones políticas lanzó un grito lastimero en defensa de quien violó por muchas ocasiones las condiciones de asilo. Debió lloriquear por los diez de Luluncoto, por los 29 de Saraguro, por los estudiantes del Mejía y Central Técnico, por los policías del fatídico 30S, ridícula farsa de un magnicidio, fruto de la imprudencia, inmadurez y precipitación de un mandatario. Ni se conmovió con la tragedia de hace tres años por el terremoto de Manabí y Esmeraldas y prefirió malgastar millones de dólares en otros destinos.
Pero no fue el único de los lastimeros lamentos. Hubo un coro de consternados por la decisión del gobierno ecuatoriano de retirarle el asilo político. La actual prefecta de Pichincha pidió “disculpas al mundo entero por este acto vergonzoso para la historia de la humanidad en nombre del pueblo del Ecuador”; los excancilleres del correato también gimieron y uno de ellos dijo que la entrega de Assange “será recordada por las futuras generaciones de ecuatorianos y ecuatorianas como un acto de servilismo, de vileza y degradación ética del poder político en nuestro país” Para ellos, Asangge es su héroe por haber usado la embajada del Ecuador como centro logístico de sus piraterías cibernéticas, por haberla hecho su domicilio a un costo de 7 millones de dólares que bien pudieron haberse empleado en mejorar las condiciones de vida de miles de niños y niñas o en mejorar las condiciones sanitarias del país que tanta falta nos hace ahora.
Los verdaderos días de luto vive el Ecuador por los miles de millones de dólares de la corrupción, por el derroche estatal en tiempos de bonanza. En estas horas críticas del país cuánta falta nos esos “fonditos” del Feirep que fueron a parar en el despilfarro estatal, Los países previsivos que crearon los “fonditos” (léase ahorros) como Chile, Perú, Estados Unidos, Noruega y otros están valiéndose de esos dineros para afrontar la crisis mundial del coronavirus-