“Vamos cantando y bailando”

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De película, súper, plenísimo son expresiones del argot,  de la jerga juvenil, ese lenguaje especial  que usan entre sí los grupos de amigos, para expresar su complacencia, satisfacción, deleite,  agrado, admiración por algo.

De película, súper, plenísima fue la presentación del concierto musical  “Vamos cantando y bailando” en el teatro Alfonso Chávez Jara de la Casa de la Cultura   que resultó estrecho y que, literalmente, explotaba a cada rato en aplausos, ante la brillantez de los 21 artistas participantes y en risas espontáneas y relajantes por la sal y pimienta de  Rosita la  “vendedora” que hizo un remate exitoso de felicidad entre la chispa,  finura y   culta picardía de Nelly Romero, original animadora y presentadora del Espectáculo, así con mayúsculas.

El arte como tal, sin eufemismos, se enseñoreó en el escenario con apropiada iluminación y juego de luces para el lucimiento del pianista, promesa juvenil de gran factura, para la soprano, diva  de ópera en potencia,  para Amparito Rivera y Jenny Barzallo que, junto a otros integrantes del elenco, nos entregaron un “producto de exportación” a cualquier escenario nacional y, con pulimento de pequeños detalles, a tablados internacionales. Por lo pronto, a los cantones de nuestra provincia, de manera inexcusable bajo el auspicio del Consejo Provincial.

Nacida del virtuosismo de su mentalizador, Hugo Marcelo Campos, director de la Sección Artes Musicales  de la CCENCH, con el apoyo y respaldo del Presidente del Núcleo Provincial, fue una noche espectacular (así con todas sus letras y énfasis) donde las melodías del pasillo, el pasacalle, el albazo, el yumbo, la tonada, la bomba,  el sanjuanito y otros géneros musicales ecuatorianos dieron un salto cualitativo en su ejecución y se entronizaron en el deleite estético, identidad y autoestima de los numerosos asistentes.

Está abierto el camino para andaduras superiores, plenas de galanura, buen gusto y clase en los territorios del arte como manifestación suprema  de la actividad humana. ¿Merecerá el apoyo del GADR?

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